En la actualidad poco se habla del amor. Quiero decir, del amor verdadero. En la televisión y el cine se muestra un amor pasajero, lleno de ilusión. Se habla de traiciones y pérdidas, o se introduce la idea de un amor físico, sin ningún vínculo real con otro ser humano.
El amor, no obstante, va mucho más allá de un sentimiento efímero o de una pasión física. El amor es un regalo de Dios para el ser humano. El verdadero amor comienza en Él. Ese amor capaz de sacrificarse por el bien del otro, sólo el Señor puede otorgar algo tan sublime.
El amor trasciende a las circunstancias y supera los obstáculos. El amor es una llama que arde a pesar de las tempestades. El tiempo no lo apaga. Dice en la Biblia que "el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor... tood lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (1 Corintios 13:4-8)
Y es por esta razón que un mundo egoísta, no conoce el amor verdadero. Para conocerlo, tenemos que acercarnos a Dios y, al aprenderlo de Él, podremos reflejarlo a los demás.
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