viernes, 7 de enero de 2011

Mira al cielo


El mayor anhelo en la vida de Abram era tener un hijo. Puedo imaginarlo soñando con aquél deseo durante años. Había recibido una promesa, pero el tiempo transcurría y, con seguridad, pensamientos de duda y desilusión tocaron su corazón.

Un día Abram no resistió más. El Señor le prometió, de nuevo, que tendría un hijo; pero no fue suficiente. Aquel hombre se dirigió a Dios con valentía y le preguntó: "¿qué me darás, siendo que ando sin hijo...? (Génesis 15, 2).

Dios, en vez de enojarse, le respondió: "Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia" (Génesis 15,5).

Abram anhelaba tener un hijo, pero Dios anhelaba que fuera padre de naciones, con una descendencia innumerable. Al pedirle que saliera de la tienda le mostró que sus pensamientos no eran los mismos del ser humano.

Sólo es necesario contemplar el firmamento para comprobarlo. Cuando sintamos que ese anhelo del alma está lejano, recordemos que el anhelo de Dios para nosotros es mucho mayor, no podemos imaginar cuánto. Él es el Creador de la majestad de los cielos en todo su esplendor, ¿será que nuestro deseo es demasiado para su poder?

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